Es necesario mirar hacia atrás para describir la trayectoria de crecimiento de la matrícula en la década pasada, porque el fenómeno viene desarrollándose con cierto impulso desde los años ochenta, una vez implantada la reforma universitaria de la dictadura con la promulgación del DFL1 (1980) y aplicada el 1981. Un botón que muestra este recorrido, refiere a que la matrícula universitaria creció significativamente cuando el número de estudiantes pasó de 118.573 a los 661.862, aumentando su tamaño casi seis veces entre los años 1983-2011.
En el período democrático, iniciado en marzo de 1990, las universidades mantuvieron
las
líneas generales del sistema establecidas en los años ochenta, pues no adoptaron
decisiones estratégicas que transformaran las lógicas de mercado impuestas. No
obstante, se aplicaron acciones que intentaron mejorar el sistema educativo de
varias maneras, entre ellas, el aumento gradual de los subsidios, estimándose
entre 1991-2000, un incremento del gasto público en educación superior de 74%
en términos reales (Brunner,1999; Carnoy et al, 2001), del Informe OCDE 2004. Mientras,
el gasto público por estudiante aumentaba sólo un 5% en igual período. La mayor
parte del aumento de los recursos por estudiante estuvo dirigido al gasto
indirecto, o sea, a otorgar mejores términos en los créditos para
estudiantes. Recordemos que los gobiernos democráticos instituyeron un sistema
de préstamos para financiar el acceso a la enseñanza superior, compuesto por el
Fondo Solidario de Crédito Universitario (FSCU) de 1994 y el Crédito con Aval
Estatal (CAE) de 2006. Este último experimentó modificaciones el 2012, derivadas
de la movilización estudiantil universitaria y secundaria del año anterior (2011),
una fue la reducción de la tasa de interés aplicada al CAE.
En
el año 2011, siete de cada diez estudiantes constituían la
primera generación de su familia en cursar estudios universitarios (Meller,
2011). La
singularidad de la ampliación de la matrícula universitaria y de la educación
superior en general, fundada en el esfuerzo de los jóvenes para ingresar al sistema,
es que efectivamente se trató de un camino llevado adelante en medio de varios
problemas que las movilizaciones estudiantiles de 2011 expresaron con fuerza: baja
calidad de la enseñanza (Castells, 2005;
Meller, 2011); fallas en el funcionamiento del mercado de la educación universitaria
relacionadas con la lógica de competitiva con que funcionan (Meller, 2011) y el
endeudamiento de una parte importante de los estudiantes, que se tornó problemático cuando los egresados no encontraron puestos
de trabajo acordes a su nivel de formación y/o las condiciones laborales ofrecidas
a los recién egresados eran más bien precarias, en términos de sueldo y
estabilidad profesional.
Referencias
- Castells Manuel (2005).
Globalización, desarrollo y democracia: Chile en el contexto mundial. Fondo de
Cultura Económica, Primera edición, Santiago de Chile.
- Informe de Evaluación de las políticas educacionales de Chile, 2003. Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (O.C.D.E.).
- Meller Patricio (2011).
Universitarios, ¡el problema no es el lucro, es el mercado! Uqbar Editores,
Primera Edición.
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